La razón como objeto de la ética es real y verdaderamente un
nivel esencial superior a la ética. La fuerza de la ética es también la fuerza
de la razón; la ética y la razón se complementan para formar una nueva
perfección, pero la perfección de la ética en sí es la perfección del ser
infinito. La relación entre el hombre y la ética es también la relación entre
él y sus esencias infinitas. El objeto de la ética es el hombre común y
consciente de sus fuerzas, del mismo modo que el objeto del hombre, en este
caso, es el poder de la ética para sí y para ella. La transcendencia del objeto
del hombre hacia la ética es la transcendencia del ser universal, la conciencia
del infinito, la conciencia de la transcendencia del universo. El hombre es
perfecto cuando tiene por objeto a su ética y existe una buena relación entre
ambos. El hombre es perfecto por sus perfecciones esenciales, ¿qué sería, pues,
el hombre sin estas esencias o predicados? La esencia sola es una ilusión, el
hombre sin esencias es una idea. Pero la afirmación de estas proposiciones es
objeto de la fuerza de la razón. La fuerza de la razón acaricia y fortalece a
la ética del hombre que intenta hallar el espacio óptimo para estas
proposiciones. Pero la ética determinada y mediocre no se puede enfrentar a la
razón infinita y universal óptima.
El hombre como objeto de la antropología
debe contemplar la conciencia y la inteligencia del hombre en relación con la
ética universal, así como el ser como objeto de la filosofía debe comprender la
esencia del ser y el no ser, o el universo. El ser es la voluntad singular del
universo, el ser consciente que tiene como objeto al universo tiene como objeto
reflejado parte de su propia esencia. El ser absoluto, como universo es la
transcendencia del poder esencial. El hombre común y consciente es el objeto
completo de sus sentidos y sensaciones, es a través de la razón y las
sensaciones como conoce este la conciencia. El ser infinito es la inteligencia
infinita, porque la medida del ser también es la medida de la inteligencia. El
hombre posee una inteligencia infinita; pero, ¿quién puede conocer quién domina
al hombre, su razón e inteligencia, o el mismo? El hombre tiene como objeto de
sus esencias inicial y primordialmente a sus sensaciones; la moral es el
conjunto de las sensaciones que la inteligencia la ha dado forma, es una fuerza
suprema de la inteligencia, es para la inteligencia lo mismo, y la inteligencia
designa las innovaciones de la moral. La relación entre el hombre y la moral es
también la relación entre el primero y su inteligencia. La óptima relación
entre el hombre y su moral es también la óptima relación entre el primero y su
sociedad. Esto es la moral social. La diferencia entre la moral del hombre y la
moral social y subjetiva es el sentido de su inteligencia moral en la sociedad.
La ética sin medio de sociedad es una ética singular, al igual que la moral.
Para que la ética y la moral sean perfectas, como objetos de la naturaleza,
también sus orígenes esenciales deben ser perfectos; estos provienen de la
inteligencia, por la luz y fuerza de la inteligencia es como se llega a esta
perfección.
La ética homosexual consiste en la
afirmación del ser y de la razón por un sujeto homosexual como las fuentes de
la grandeza de la homosexualidad y sus intenciones. La filosofía posee la
conciencia general de esta afirmación, pero lo que no es sujeto de filosofía
necesariamente no posee esta conciencia. La afirmación de la homosexualidad por
el sujeto es el motivo principal de las intenciones de su homosexualidad, es la
voluntad especial de este que intenta dominar su ser y acariciar su voluntad.
La diferencia entre la razón homosexual y el sentimiento homosexual es la división
esencial del ser homosexual por el que se opone una libertad voluntariosa y
abstracta. Si solo existiera la razón y el corazón, y no la voluntad, el hombre
no podría no tener la libertad de definir una ética universal, la libertad de
oponerse, de formar una unidad, de ser objeto material y voluntarioso como
objeto de la naturaleza. Pero, ¿qué es más poderoso, el ser consciente de su
razón y ética homosexual como una fuerza que lo dirige hacia su perfección, o
lo contrario, las fuerzas son las que dominan al hombre y a su conciencia?
Evidentemente, son estas fuerzas más poderosas, son estas esencias las que
tienen preponderancia sobre el hombre actual, y la relación entre estos es
también la relación entre el ser y el no ser, entre la razón y la no razón, el
ser sin razón. Sin embargo, el tiempo contemporáneo ha demostrado que el ser
fuerte, el ser esencial e independiente puede sobreponerse a sus fuerzas
esenciales dominadoras y así conseguir la unidad de la perfección, consigo
mismo. La virtud de la ética homosexual es la libertad del sujeto de realizar
su verdadera voluntad homosexual. La virtud existe por la concientización de la
voluntad en unidad con el sujeto. La virtud es el éter de la sociedad que intenta
dirigirse sola, pero la voluntad la conduce a donde conducen las circunstancias
al sujeto. El deber homosexual es la voz de la razón del sujeto homosexual. El
deber está subordinado por la razón porque sin la razón el deber es una nada,
es una idea sin voz ni energía. El deber es el acompañante de la razón en el
objeto que es la razón y la idea de la perfección. El deber, entre la razón y
las circunstancias, es el agente del objeto de la razón y las caricias de este que
busca la transcendencia. La apropiada y buena ética homosexual no necesita del
medio social para formarse, sino que la moral y la fuerza esencial
independientes con el ser deben formarla. Evidentemente, ahora no es así, pero
lo apropiado varía y se mejora con la perfección de la ética. La esencia de la
homosexualidad es la fuerza de la inteligencia moral dirigida hacia la
homosexualidad. La homosexualidad es fuerte por la fuerza moral, sin moral o
con poca moral no existe la homosexualidad. Las direcciones de la moral
homosexual son también las direcciones de las fuerzas esenciales unidas con las
circunstancias naturales. El poder de las fuerzas esenciales dependen del poder
del sujeto; el poder del sujeto es la capacidad de independencia para
relacionarse con la naturaleza; el sujeto racional se relaciona con la
naturaleza, él sabe esto, ¿pero qué más sabe? Él sabe esto por las
circunstancias de sus esencias, por un optimismo elevado, por un acto elevado.
Incluso en esto el sujeto cree no poseer el saber absoluto, que sus esencias no
son absolutas. La capacidad del poder del sujeto es la capacidad de las
relaciones absolutas entre el sujeto y el universo, el universo con objeto al
sujeto. La transcendencia del sujeto de sí mismo y de sus esencias es también
la transcendencia del universo. Así también es la moral homosexual; el movimiento
de la moral es el devenir del ser hacia la moral misma, hacia un nuevo espacio
de la moral en el cual sea tan independiente y poderosa como el sujeto mismo.
El movimiento de la moral homosexual define eficazmente al sujeto homosexual,
es la nueva voluntad de esta moral.
La medida de la perfección de la moral es
la medida del poder de la moral y el sujeto mismo. El sujeto homosexual
contempla su moral homosexual, y esta se refleja y responde con las
circunstancias de la inconstancia. El sujeto homosexual se pregunta cuál es su
predicado más poderoso, más inteligente con su moral, más absoluto. La relación
entre este sujeto y su ideal predicado es la conciencia del infinito que se
refleja hacia el mismo sujeto. En general, el sujeto homosexual es la búsqueda
de su predicado más excelso y homosexual, y su predicado superior es la
circunstancia inconstante de su moral. La conciencia del infinito producto de
las fuerzas esenciales comunes es para el religioso la religión, para el
homosexual debe ser la perfección de su moral y de sí mismo. ¿No es posible que
el mayor grado de felicidad del homosexual sea el mejor predicado de su
perfecta moral? Por esto, la verdadera felicidad solo se origina cuando el
sujeto posee una ética determinada, incluso con solo moral. Un sujeto amoral es
una persona que no puede conocer la verdadera felicidad. Pero, ¿cuál es el
objeto de la felicidad? El objeto de la felicidad es también el objeto de la
subjetividad. Para la ciencia perfecta solo puede haber uno o pocos objetos de
la felicidad, semejantemente sucede con la filosofía; para el corazón, y,
realmente, el corazón moral, la felicidad es el encuentro consigo mismo o el
encuentro con una infinitud abstracta o misteriosa, para el corazón moral el
sentimiento de la felicidad y su idea posiblemente no pueden tener fin. De este
modo, los predicados de la moral homosexual son la constitución de la felicidad
del sujeto, solo un predicado es necesario para esta felicidad; la totalidad de
los predicados son las subjetividades que han formado su verdadera moral. La
concientización de sus ideales y magnificentes predicados es la razón moral de
un camino infinito. El hombre solo puede admirar y elogiar sus predicados de
este modo, parece vivir y concentrar mucha energía hacia sus predicados, y es
al predicado antes que al objeto homosexual a quien se elogia. La inteligencia
oscila por sí misma entre el ser y los predicados, tiene demasiadas fuerzas
para sí misma y para sus acompañantes, ¿es posible que así el ser sea
independiente? La oposición entre el ser y la inteligencia es la oposición de
las esencias infinitas que tienen como circunstancia el éter, la profundidad y
la extensión del universo.
El sujeto homosexual, el ser moral y
homosexual que proyecta el mayor grado de su inteligencia forma también el
mayor grado de su moral. Este sujeto es el que se pregunta y especula realmente
cuál es la relación entre él y su moral y la naturaleza que los rodea. El ser
sensitivo y amoral, es decir, el ser que es guiado por las circunstancias y
energías de sus sentidos, es el que no puede comprender esta relación al modo
de la moral, no está hecho para la moral. Esto es algo semejante a la
concientización de la perfección de la moral, como moral con poder consciente.
Así se origina, pues, la inteligencia y la moral política. La moral política
homosexual existe en un ser porque este es un ser social, o un ser con
conciencia social en el que conoce que existe más de una ética y moral. ¿Es más
común que el sujeto homosexual se elogie más a sí mismo con la felicidad
exclusiva de su moral o con la contemplación regocijante y soberbia de su semejante
sin el cual se sentiría vacío y perdería lo más bello de la naturaleza? Esta
cuestión le pertenece al objeto de la naturaleza en su concepción de la
perfección moral humana, pero esta perfección también es determinada
poderosamente por el humano, llegando a manifestar más poder que la propia
naturaleza. La naturaleza se subordina a los poderes humanos, y el hombre poderoso
también sabe a qué subordinarse, o subordinarse a la nada.
La diferencia entre el sujeto con una
moral política homosexual establecida y un sujeto que no la posee no se sitúa
en el grado de su perfección moral homosexual, sino en la diferencia de las
direcciones de esta. La variación de estas direcciones que determina la
perfección moral forma la armonía de las circunstancias y la energía del
proceder. El sujeto con una moral política homosexual establecida no es
producto del carácter de su medio y nación, sino de sí mismo a causa de su
perfección moral creada por su naturaleza. La determinación entre ser y no ser
un sujeto con política homosexual lo determina efectivamente el mismo sujeto,
esto en cooperación a la universal perfección moral. La ética y la moral
legislativa existe efectivamente para la cooperación de la ética universal, o
estrictamente solo la moral. La razón política consciente de su cooperación con
la moral política decide o no relacionarse con esta, unirse y constituir lo
poderoso que resulta la completa ética política. Con la razón política el
sujeto decide actuar ante la observada cuestión moral de su nación de modo
práctico e inteligente, porque la política es realmente el poder de la ética
universal de las naciones. La ética legislativa es la constitución completa de
la política homosexual, con ella obtiene facultad y circunstancia vigorosa. La
voluntad política por sí sola es la voluntad de la personalidad que determina
una mejor y más intensa circunstancia. Para que exista la óptima circunstancia
política debe estar presente la óptima moral política de los sujetos, y el
sujeto no político y potente también coopera con la moral política, porque sus
actos son las formas del poder universal y natural. La razón política determina
quién es sujeto con moral política y quién no lo es; la razón política es el
ser creador de la ética política y de la óptima moral política, la negación de
la razón política es la negación de la razón absoluta, el ser que niega su
razón se niega a sí mismo, porque el ser que no posee la razón infinita y
universal no es humano, sino la transcendencia de lo humano, aquello que no
pertenece a la humanidad.
La relación entre lo humano y lo no humano
son las perfecciones y las formas del universo, ya que una perfección humana
puede ser una perfección de las determinaciones del universo. Y por esto se
relaciona también la fuerza de la conciencia y la no conciencia, la no
conciencia posee fuerza por el ser inconsciente que se subordina a la fuerza de
su naturaleza. La subordinación del ser inconsciente existe porque así lo ha
determinada él en su poder completo. Y así se puede constituir la filosofía de
la política homosexual, porque para que exista realmente una magnifica política
homosexual debe también existir la transcendencia de la razón y moral política
homosexual, la negación de la conciencia y de lo humano en la transcendencia.
Lo no humano y la no conciencia no sienten acerca de los sentimientos comunes y
del amor, es el ser que es un no ser y que acompaña a los humanos en sus
circunstancias en la realización de algo. Lo no humano pertenece al ser
absoluto, porque el ser relativo y diminuto no posee lo que no es humano; el
ser absoluto acompaña a lo no humano y lo asemeja a la fuerza de la razón, porque
esta no puede sentir nada hacia el amor. La ética homosexual no tiene como
fundamento existente lo exclusivamente amoroso y humano, sino la transformación
de estos y la transcendencia de la razón en los objetos de la razón misma, en
los objetos del propio universo. Porque solo la razón infinita y universal
posee la facultad para crear la óptima ética homosexual, y lo que no pertenece
a esta y su transcendencia es también una razón universal, del ser absoluto.