miércoles, 6 de abril de 2016

Ética homosexual


     La razón como objeto de la ética es real y verdaderamente un nivel esencial superior a la ética. La fuerza de la ética es también la fuerza de la razón; la ética y la razón se complementan para formar una nueva perfección, pero la perfección de la ética en sí es la perfección del ser infinito. La relación entre el hombre y la ética es también la relación entre él y sus esencias infinitas. El objeto de la ética es el hombre común y consciente de sus fuerzas, del mismo modo que el objeto del hombre, en este caso, es el poder de la ética para sí y para ella. La transcendencia del objeto del hombre hacia la ética es la transcendencia del ser universal, la conciencia del infinito, la conciencia de la transcendencia del universo. El hombre es perfecto cuando tiene por objeto a su ética y existe una buena relación entre ambos. El hombre es perfecto por sus perfecciones esenciales, ¿qué sería, pues, el hombre sin estas esencias o predicados? La esencia sola es una ilusión, el hombre sin esencias es una idea. Pero la afirmación de estas proposiciones es objeto de la fuerza de la razón. La fuerza de la razón acaricia y fortalece a la ética del hombre que intenta hallar el espacio óptimo para estas proposiciones. Pero la ética determinada y mediocre no se puede enfrentar a la razón infinita y universal óptima.
     El hombre como objeto de la antropología debe contemplar la conciencia y la inteligencia del hombre en relación con la ética universal, así como el ser como objeto de la filosofía debe comprender la esencia del ser y el no ser, o el universo. El ser es la voluntad singular del universo, el ser consciente que tiene como objeto al universo tiene como objeto reflejado parte de su propia esencia. El ser absoluto, como universo es la transcendencia del poder esencial. El hombre común y consciente es el objeto completo de sus sentidos y sensaciones, es a través de la razón y las sensaciones como conoce este la conciencia. El ser infinito es la inteligencia infinita, porque la medida del ser también es la medida de la inteligencia. El hombre posee una inteligencia infinita; pero, ¿quién puede conocer quién domina al hombre, su razón e inteligencia, o el mismo? El hombre tiene como objeto de sus esencias inicial y primordialmente a sus sensaciones; la moral es el conjunto de las sensaciones que la inteligencia la ha dado forma, es una fuerza suprema de la inteligencia, es para la inteligencia lo mismo, y la inteligencia designa las innovaciones de la moral. La relación entre el hombre y la moral es también la relación entre el primero y su inteligencia. La óptima relación entre el hombre y su moral es también la óptima relación entre el primero y su sociedad. Esto es la moral social. La diferencia entre la moral del hombre y la moral social y subjetiva es el sentido de su inteligencia moral en la sociedad. La ética sin medio de sociedad es una ética singular, al igual que la moral. Para que la ética y la moral sean perfectas, como objetos de la naturaleza, también sus orígenes esenciales deben ser perfectos; estos provienen de la inteligencia, por la luz y fuerza de la inteligencia es como se llega a esta perfección.
     La ética homosexual consiste en la afirmación del ser y de la razón por un sujeto homosexual como las fuentes de la grandeza de la homosexualidad y sus intenciones. La filosofía posee la conciencia general de esta afirmación, pero lo que no es sujeto de filosofía necesariamente no posee esta conciencia. La afirmación de la homosexualidad por el sujeto es el motivo principal de las intenciones de su homosexualidad, es la voluntad especial de este que intenta dominar su ser y acariciar su voluntad. La diferencia entre la razón homosexual y el sentimiento homosexual es la división esencial del ser homosexual por el que se opone una libertad voluntariosa y abstracta. Si solo existiera la razón y el corazón, y no la voluntad, el hombre no podría no tener la libertad de definir una ética universal, la libertad de oponerse, de formar una unidad, de ser objeto material y voluntarioso como objeto de la naturaleza. Pero, ¿qué es más poderoso, el ser consciente de su razón y ética homosexual como una fuerza que lo dirige hacia su perfección, o lo contrario, las fuerzas son las que dominan al hombre y a su conciencia? Evidentemente, son estas fuerzas más poderosas, son estas esencias las que tienen preponderancia sobre el hombre actual, y la relación entre estos es también la relación entre el ser y el no ser, entre la razón y la no razón, el ser sin razón. Sin embargo, el tiempo contemporáneo ha demostrado que el ser fuerte, el ser esencial e independiente puede sobreponerse a sus fuerzas esenciales dominadoras y así conseguir la unidad de la perfección, consigo mismo. La virtud de la ética homosexual es la libertad del sujeto de realizar su verdadera voluntad homosexual. La virtud existe por la concientización de la voluntad en unidad con el sujeto. La virtud es el éter de la sociedad que intenta dirigirse sola, pero la voluntad la conduce a donde conducen las circunstancias al sujeto. El deber homosexual es la voz de la razón del sujeto homosexual. El deber está subordinado por la razón porque sin la razón el deber es una nada, es una idea sin voz ni energía. El deber es el acompañante de la razón en el objeto que es la razón y la idea de la perfección. El deber, entre la razón y las circunstancias, es el agente del objeto de la razón y las caricias de este que busca la transcendencia. La apropiada y buena ética homosexual no necesita del medio social para formarse, sino que la moral y la fuerza esencial independientes con el ser deben formarla. Evidentemente, ahora no es así, pero lo apropiado varía y se mejora con la perfección de la ética. La esencia de la homosexualidad es la fuerza de la inteligencia moral dirigida hacia la homosexualidad. La homosexualidad es fuerte por la fuerza moral, sin moral o con poca moral no existe la homosexualidad. Las direcciones de la moral homosexual son también las direcciones de las fuerzas esenciales unidas con las circunstancias naturales. El poder de las fuerzas esenciales dependen del poder del sujeto; el poder del sujeto es la capacidad de independencia para relacionarse con la naturaleza; el sujeto racional se relaciona con la naturaleza, él sabe esto, ¿pero qué más sabe? Él sabe esto por las circunstancias de sus esencias, por un optimismo elevado, por un acto elevado. Incluso en esto el sujeto cree no poseer el saber absoluto, que sus esencias no son absolutas. La capacidad del poder del sujeto es la capacidad de las relaciones absolutas entre el sujeto y el universo, el universo con objeto al sujeto. La transcendencia del sujeto de sí mismo y de sus esencias es también la transcendencia del universo. Así también es la moral homosexual; el movimiento de la moral es el devenir del ser hacia la moral misma, hacia un nuevo espacio de la moral en el cual sea tan independiente y poderosa como el sujeto mismo. El movimiento de la moral homosexual define eficazmente al sujeto homosexual, es la nueva voluntad de esta moral.
     La medida de la perfección de la moral es la medida del poder de la moral y el sujeto mismo. El sujeto homosexual contempla su moral homosexual, y esta se refleja y responde con las circunstancias de la inconstancia. El sujeto homosexual se pregunta cuál es su predicado más poderoso, más inteligente con su moral, más absoluto. La relación entre este sujeto y su ideal predicado es la conciencia del infinito que se refleja hacia el mismo sujeto. En general, el sujeto homosexual es la búsqueda de su predicado más excelso y homosexual, y su predicado superior es la circunstancia inconstante de su moral. La conciencia del infinito producto de las fuerzas esenciales comunes es para el religioso la religión, para el homosexual debe ser la perfección de su moral y de sí mismo. ¿No es posible que el mayor grado de felicidad del homosexual sea el mejor predicado de su perfecta moral? Por esto, la verdadera felicidad solo se origina cuando el sujeto posee una ética determinada, incluso con solo moral. Un sujeto amoral es una persona que no puede conocer la verdadera felicidad. Pero, ¿cuál es el objeto de la felicidad? El objeto de la felicidad es también el objeto de la subjetividad. Para la ciencia perfecta solo puede haber uno o pocos objetos de la felicidad, semejantemente sucede con la filosofía; para el corazón, y, realmente, el corazón moral, la felicidad es el encuentro consigo mismo o el encuentro con una infinitud abstracta o misteriosa, para el corazón moral el sentimiento de la felicidad y su idea posiblemente no pueden tener fin. De este modo, los predicados de la moral homosexual son la constitución de la felicidad del sujeto, solo un predicado es necesario para esta felicidad; la totalidad de los predicados son las subjetividades que han formado su verdadera moral. La concientización de sus ideales y magnificentes predicados es la razón moral de un camino infinito. El hombre solo puede admirar y elogiar sus predicados de este modo, parece vivir y concentrar mucha energía hacia sus predicados, y es al predicado antes que al objeto homosexual a quien se elogia. La inteligencia oscila por sí misma entre el ser y los predicados, tiene demasiadas fuerzas para sí misma y para sus acompañantes, ¿es posible que así el ser sea independiente? La oposición entre el ser y la inteligencia es la oposición de las esencias infinitas que tienen como circunstancia el éter, la profundidad y la extensión del universo.
     El sujeto homosexual, el ser moral y homosexual que proyecta el mayor grado de su inteligencia forma también el mayor grado de su moral. Este sujeto es el que se pregunta y especula realmente cuál es la relación entre él y su moral y la naturaleza que los rodea. El ser sensitivo y amoral, es decir, el ser que es guiado por las circunstancias y energías de sus sentidos, es el que no puede comprender esta relación al modo de la moral, no está hecho para la moral. Esto es algo semejante a la concientización de la perfección de la moral, como moral con poder consciente. Así se origina, pues, la inteligencia y la moral política. La moral política homosexual existe en un ser porque este es un ser social, o un ser con conciencia social en el que conoce que existe más de una ética y moral. ¿Es más común que el sujeto homosexual se elogie más a sí mismo con la felicidad exclusiva de su moral o con la contemplación regocijante y soberbia de su semejante sin el cual se sentiría vacío y perdería lo más bello de la naturaleza? Esta cuestión le pertenece al objeto de la naturaleza en su concepción de la perfección moral humana, pero esta perfección también es determinada poderosamente por el humano, llegando a manifestar más poder que la propia naturaleza. La naturaleza se subordina a los poderes humanos, y el hombre poderoso también sabe a qué subordinarse, o subordinarse a la nada.
     La diferencia entre el sujeto con una moral política homosexual establecida y un sujeto que no la posee no se sitúa en el grado de su perfección moral homosexual, sino en la diferencia de las direcciones de esta. La variación de estas direcciones que determina la perfección moral forma la armonía de las circunstancias y la energía del proceder. El sujeto con una moral política homosexual establecida no es producto del carácter de su medio y nación, sino de sí mismo a causa de su perfección moral creada por su naturaleza. La determinación entre ser y no ser un sujeto con política homosexual lo determina efectivamente el mismo sujeto, esto en cooperación a la universal perfección moral. La ética y la moral legislativa existe efectivamente para la cooperación de la ética universal, o estrictamente solo la moral. La razón política consciente de su cooperación con la moral política decide o no relacionarse con esta, unirse y constituir lo poderoso que resulta la completa ética política. Con la razón política el sujeto decide actuar ante la observada cuestión moral de su nación de modo práctico e inteligente, porque la política es realmente el poder de la ética universal de las naciones. La ética legislativa es la constitución completa de la política homosexual, con ella obtiene facultad y circunstancia vigorosa. La voluntad política por sí sola es la voluntad de la personalidad que determina una mejor y más intensa circunstancia. Para que exista la óptima circunstancia política debe estar presente la óptima moral política de los sujetos, y el sujeto no político y potente también coopera con la moral política, porque sus actos son las formas del poder universal y natural. La razón política determina quién es sujeto con moral política y quién no lo es; la razón política es el ser creador de la ética política y de la óptima moral política, la negación de la razón política es la negación de la razón absoluta, el ser que niega su razón se niega a sí mismo, porque el ser que no posee la razón infinita y universal no es humano, sino la transcendencia de lo humano, aquello que no pertenece a la humanidad.

     La relación entre lo humano y lo no humano son las perfecciones y las formas del universo, ya que una perfección humana puede ser una perfección de las determinaciones del universo. Y por esto se relaciona también la fuerza de la conciencia y la no conciencia, la no conciencia posee fuerza por el ser inconsciente que se subordina a la fuerza de su naturaleza. La subordinación del ser inconsciente existe porque así lo ha determinada él en su poder completo. Y así se puede constituir la filosofía de la política homosexual, porque para que exista realmente una magnifica política homosexual debe también existir la transcendencia de la razón y moral política homosexual, la negación de la conciencia y de lo humano en la transcendencia. Lo no humano y la no conciencia no sienten acerca de los sentimientos comunes y del amor, es el ser que es un no ser y que acompaña a los humanos en sus circunstancias en la realización de algo. Lo no humano pertenece al ser absoluto, porque el ser relativo y diminuto no posee lo que no es humano; el ser absoluto acompaña a lo no humano y lo asemeja a la fuerza de la razón, porque esta no puede sentir nada hacia el amor. La ética homosexual no tiene como fundamento existente lo exclusivamente amoroso y humano, sino la transformación de estos y la transcendencia de la razón en los objetos de la razón misma, en los objetos del propio universo. Porque solo la razón infinita y universal posee la facultad para crear la óptima ética homosexual, y lo que no pertenece a esta y su transcendencia es también una razón universal, del ser absoluto.